Las pymes deben tener plantas en el extranjero si esto les sirve para reducir costes y entregar los pedidos con más rapidez y flexibilidad, pero antes hay que comprobar la solidez del mercado y elegir correctamente el país de destino.
Los ambientadores de Cristalinas se distribuyen por media Europa gracias a las filiales que la empresa tiene en Inglaterra y Francia. Pero para llegar a América, "el coste y las complicaciones logísticas del transporte" dificultan la comercialización del producto, asegura Alfonso Pérez, consejero delegado de la firma. Para sortear este inconveniente, la compañía ha apostado por levantar su propia fábrica en México, desde la que producirán los artículos que se distribuirán por todo el continente.
Como en este caso, varias pymes apuestan por abrir una fábrica en el extranjero para impulsar su presencia en regiones como Latinoamérica, Asia o el este de Europa. De esta forma, consiguen reducir los costes de producción, acortan los plazos de entrega y ganan flexibilidad para adaptarse al mercado local.
Pese a las ventajas que ofrecen, los nuevos emplazamientos requieren de una alta inversión y provocan un importante cambio en la organización de la compañía. Por tanto, se debe realizar una buena planificación:
• Selección del país. El principal criterio que se debe tener en cuenta es que el destino ofrezca estabilidad jurídica y política. "Para elaborar una estrategia sólida, es mejor un Estado en el que los costes sean más elevados pero haya garantías de que no va a haber grandes cambios; que otro donde sean más bajos pero puedan elevarse a los seis meses de abrir la fábrica", recuerda Enrique Juárez, director general de H2G Consulting. Recomienda priorizar aquellos países que han firmado varios acuerdos comerciales y se encuentran cerca del mar para facilitar el transporte. Tras seleccionar los destinos más seguros, se debe realizar una comparativa de los principales costes -adquisición del terreno, montaje de la fábrica y gastos de funcionamiento- necesarios en cada uno. Conviene tener en cuenta la disponibilidad de mano de obra cualificada y evitar aquellos con más burocracia, para lo que se puede consultar el informe Doing Business del Banco Mundial.
• Trámites legales. Obtener las licencias necesarias para constituir la sociedad, abrir la fábrica, traer materias primas o comercializar los productos puede retrasar la operación y disparar los costes. Debido a que la normativa y el sistema de funcionamiento varía en cada Estado, es recomendable contar con los servicios de una consultora o despacho legal con sede propia en el destino. Una opción interesante es aliarse con una empresa local para sortear los requisitos legales de capital nacional y beneficiarse de su conocimiento del mercado.
• Gestión de la fábrica. "El control de la matriz se debería centrar en cuestiones relacionadas con la actividad comercial", recomienda Antonio Fernández, director del área de outsourcingde KPMG España. Para dirigir el día a día, es recomendable nombrar a un responsable que esté familiarizado con la cultura de trabajo y el mercado local. "Las empresas españolas han mejorado mucho en la planificación estratégica, pero todavía infravaloran la importancia de los aspectos culturales", alerta Juárez. Uno de los recursos más habituales es elegir a un socio comercial, que puede pasar varios meses en la sede conociendo de primera mano los valores y el funcionamiento de la compañía. Si se va a expatriar a un empleado, debe tener mucha capacidad de adaptación. Por último, es importante que se tenga mucha confianza en la persona elegida, para evitar las tensiones que se suelen generar debido a la distancia y a la falta de control por parte de la central.
FUENTE: EXPANSION