Casi 200.00 personas siguen trabajando después de lo 65 años, con el 50% de la pensión.
Que nadie se extrañe: casi 200.000 personas siguen trabajando cuando alcanzan la edad de la jubilación. La vida laboral no tiene por qué acabar al llegar el momento del ansiado retiro: existe la jubilación activa, una figura muy poco conocida en nuestro país que está regulada en el Real Decreto-ley 5/2013, de 15 de marzo, un compendio de medidas para favorecer la continuidad de los trabajadores de mayor edad en el mercado de trabajo y promover el envejecimiento activo.
Hoy día a los 65 años se llega en plenas facultades. «Los 65 años de 1900 equivalen a una edad superior a los ochenta años de hoy. Actualmente, a los 65 se está muy bien y muchas personas quieren jubilarse más tarde o incluso nunca», defiende José Antonio Herce, presidente del Consejo de Expertos del Instituto BBVA de Pensiones. En España eso se puede hacer bajo unas condiciones y requisitos, recogidos en el Real Decreto citado: es necesario haber alcanzado la pensión máxima a la que puede acceder cada trabajador (es decir, hay que llegar al cien por cien de la base reguladora). Lo que se consigue, en 2019, a los 65 años si se ha cotizado 36 años y 9 meses (o más), o a los 65 años y ocho meses, si se ha trabajado durante menos tiempo. Esto no afecta al sector público, donde los funcionarios sujetos al régimen de clases pasivas (por ejemplo, personal militar de carrera, registradores de la propiedad...) no pueden seguir trabajando más allá de la edad de jubilación, establecida por regla general en los 65 años. «Los profesores de universidad están obligados a retirarse a los 70 años», detalla Herce.
Cotizaciones
El pensionista activo recibe el 50% del importe de su pensión. Pueden acogerse a esta fórmula tanto trabajadores autónomos como por cuenta ajena. En el primer caso, si tiene un empleado o más a su cargo, podrá compatibilizar la actividad con el 100% de su pensión (es la única excepción).
En la jubilación activa también varían las cotizaciones a la Seguridad Social: únicamente se cotiza por incapacidad temporal y por contingencias profesionales. «Ya no tiene sentido que se cotice por contingencias comunes», explica Herce. Además, hay que aportar una cuota especial de solidaridad del 8%. En el caso de los trabajadores por cuenta ajena el empresario se hace cargo del 6% y el empleado del 2%.
Comercio y educación, entre los sectores con más pensionistas activos
Si bien esta figura puede resultar atractiva para algunos, no todos llegan a esos momentos de la vida con ganas para continuar en el mercado de trabajo. «Depende de los colectivos. Es más fácil mantenerse en trabajos livianos que en otros manuales y más duros», entiende José Manuel Jiménez, director del Instituto Santalucía. De hecho, la Encuesta de Población Activa (EPA) en cierto modo refleja esa realidad. Los sectores con más pensionistas activos son: el comercio (34%); el sector de la educación (15,9%) y sanidad y servicios sociales (18,8%); empleadores de personal doméstico (15,5%); actividades profesionales, científicas y técnicas (20,6%), y la hostelería (15,8%).
Las razones
En estos datos también tienen mucho que ver otras variables: las razones económicas pesan mucho para seguir trabajando a edades más avanzadas. «Sobre todo muchos autónomos, que tienen una clara necesidad de compensar su pensión porque suele ser baja ya que cotizan por lo mínimo», dice Jiménez. Otras veces sencillamente se continua activo laboralmente porque no se quiere cambiar de vida, por vocación, por no parar... «Muchos asalariados están a gusto en sus empresas y llegan a acuerdos con las corporaciones para seguir trabajando después de la edad del retiro», concreta Herce.
En estos tiempos, prolongar la vida laboral, algo que también se está haciendo en otros países europeos, parece un contrasentido cuando el mercado de trabajo expulsa a los empleados de más edad por diferentes motivos. Además, hay otra realidad: muchos están cansados de trabajar aunque sea en esos puestos que no resultan tan exigentes a nivel físico. «Las empresas no han aprendido a no agotar a los trabajadores, a que es más conveniente reciclarles a determinadas edades para que disfruten del trabajo. Es una especie de conciliación interna en el seno de la carrera laboral: cuando un trabajador está exhausto y al borde de quemarse, nadie lo palia. Y es una desgracia que se podría evitar. Incluso resultaría una opción fantástica para muchas mujeres que regresan a su ciclo profesional y en condiciones de dar lo mejor», lamenta el profesor Herce.
Muchos ven en la jubilación activa una medida que, junto a otras, podría suponer la tabla de salvación para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones. «La prolongación de la vida activa es la única solución para resolver el futuro de las pensiones. Y esta política de la jubilación activa es el germen», afirma Herce, que también defiende sus bondades: «Ganan todos: los trabajadores son más felices, la empresa conserva la experiencia y el talento senior, yel sistema no pierde porque gana con ese 50% de pensión que retiene», defiende. Nadie duda de los beneficios que supone mantenerse activo laboralmente a edades más tardías, siempre que se pueda: se dispone de mayor renta, mejor salud, se evitan tensiones en el sistema sanitario y de dependencia...
A pesar de que pueda ser una figura beneficiosa, la jubilación activa es una gran desconocida por la mayor parte de la población. «Se desarrolla más la jubilación parcial ligada a contratos de relevo: te jubilas sin haber cumplido la edad ordinaria, cobras la parte proporcional de pensión (entre el 25 y 75%) y la parte proporcional de sueldo», explica Jiménez. Sin embargo, extender y promocionar el retiro activo podría ser un escape para muchas generaciones del «baby boom» que en poco tiempo entrarán en la edad de la jubilación, advierte Jiménez.
Llegar activo hasta los 70
Corría, ya no. Ahora camina y nada varias veces en semana. No es que la práctica de estos deportes defina a Juan Brea, socio-director general de Afi STA, pero sí que perfilan el carácter de un pensionista activo que cumplirá el próximo abril noviembre 70 años. Llegado el momento del retiro, decidió seguir trabajando en su empresa de consultoría informática. «El motivo fue económico —cuenta—: después de 47 años trabajando tengo una pensión de 1.100 euros, porque solo te cuentan los últimos 15 años, y en esa época era, y sigo siendo, autónomo».
De todas formas, Brea tiene más razones de peso: «No sé por qué dejas de ser otra persona a partir de los 65 años. Yo quiero continuar igual con mi vida. No veo motivo para dejar de trabajar si puedes. Las personas que siguen trabajando generan ingresos y están viviendo en mejores condiciones que si estuvieran retirados en casa».