Hay que abordar la concentración
del sector, replantearse el papel de los reguladores y mejorar la eficiencia.
Hoy se habla seriamente de
sostenibilidad, de responsabilidad social corporativa, de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS), de la accountability (rendición de cuentas) del
sector público, de la gobernanza de las instituciones, de la transparencia de
la información corporativa y de la información no financiera y de la
diversidad, y dada la importancia de estos temas así como el relevante papel de
los auditores en ellos, una consecuencia lógica sería que debe hablarse
seriamente del sector.
En este sentido, deberíamos
abordar lo siguiente: ¿el sector es sostenible? ¿Responde adecuadamente a las
expectativas? Y otras muchas preguntas que se podrían plantear.
En el Reino Unido se está
llevando a cabo un importante proceso de reflexión sobre la efectividad de la
auditoría, el sector y su futuro. Así, podemos destacar tres estudios: el de la
Competition and Market Authority (CMA) sobre la estructura del sector; el Informe
Kingman, sobre el regulador y la regulación, y el Informe Brydon, sobre el
alcance de la auditoría.
De forma muy resumida diría
que la CMA indica que el sector no puede estar en manos de cuatro compañías
(las Big Four) y se debe dar paso a otros auditores. El Informe Kingman propone
un nuevo regulador con más poder y capacidad de actuar, además de la necesidad
de ampliar el número de Entidades de Interés Público, y, por su parte, el
Informe Brydon propone áreas de mejora en el trabajo de los auditores y la
ampliación del alcance de estos.
Así, en Reino Unido lo que se
está haciendo es debatir sobre la sostenibilidad del sector y cómo mejorar la
efectividad de la auditoría y el valor que esta aporta a la sociedad.
Paralelamente, se están proponiendo una serie de cambios que se deberían llevar
a cabo para conseguir estos objetivos, que sin duda repercutirán en el resto de
Europa y, por consiguiente, en España.
El tema de fondo radica en
cómo debe el sector acometer el reto de generación de valor sostenible, y a la
vista de las propuestas que surgen de los tres informes del Reino Unido,
nuestra respuesta es clara: “deben llevarse a cabo cambios para que la
auditoría siga respondiendo de forma adecuada a las expectativas que de ella se
espera”.
Debemos ser capaces de
vislumbrar los cambios que hay que hacer para asegurar esta generación de valor
sostenible. El primero es plantearse la situación de concentración del sector,
que, además de generar un riesgo sistémico por estar descansando en la
dependencia de un número muy reducido de compañías, no es un marco adecuado
para fomentar avances ni para facilitar cambios, ni para asegurar una mejor
calidad y eficiencia.
Para abordar este tema, no
basta con decir que las compañías medianas de auditoría crezcan y se hagan más
fuertes o que las pequeñas y medianas se fusionen, sino que hay que fomentar la
desconcentración desde todas las líneas posibles de actuación. Así, se podría
potenciar la auditoría compartida o la auditoría conjunta, ya sea por la
regulación, por la recomendación de los reguladores o por la de los propios
comités de auditoría. Hay que facilitar el acceso real de las compañías
medianas a las licitaciones de entidades de interés público o de gran
dimensión, que en la actualidad están concentradas en manos de estas grandes
compañías de auditoría.
Por otro lado, se ha
manifestado por parte de los políticos que hay que plantearse nuevamente el
papel y funciones de los reguladores. Sabemos que es una tarea pendiente del
Gobierno, que no solo afecta al regulador de la auditoría, sino también a los
otros reguladores como son el Banco de España o la Comisión Nacional del
Mercado de Valores, entre otros.
Por último, hemos de seguir
trabajando en mejorar la propia eficiencia de la auditoría, tanto en el ámbito
regulatorio mediante reformas de leyes, reglamentos, normas técnicas y de
control de calidad, como en otros temas que nos atañen directamente a los
auditores y que están relacionados con la propia gestión de nuestras firmas y
despachos.
Resumiendo, el sector de
auditoría y los auditores sí son sostenibles, siempre que todos respondamos a
los retos y las amenazas que se plantean y se haga de forma seria y razonable.
La auditoría debe reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos. Obviar los
problemas y no abordar las nuevas situaciones que se plantean no es la
solución.
Los auditores no podemos
hacerlo solos, ya que todas estas transformaciones requieren de la intervención
e implicación de los políticos, el Gobierno, las instituciones, los reguladores
y otros colectivos relacionados, que deben tomar conciencia y actuar de forma
conjunta con los auditores.